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La artrosis es una patología muy extendida
que afecta a más del 45% de la población canina.Para la industria farmacéutica, la artrosis ha sido la gallina de los huevos de
oro, explotada y sobre-explotada.
Cuando su perro sufre de artrosis,
una o varias articulaciones de su cuerpo están doloridas e inflamadas. Cada
pequeño movimiento le hace sufrir, y supone tener que decir adiós a los paseos,
a los juegos con pelota, al salto, por ejemplo. Y ni mencionar otros deportes
como el agility, mushing.
Algunos perros ya no pueden subir ni bajar escaleras. Otros están completamente
inmovilizados. Por ello los veterinarios
han utilizado sistemáticamente durante mucho
tiempo medicamentos antiinflamatorios, cortisona y analgésicos químicos contra
el dolor. En un primer momento estos medicamentos funcionan. ¡Milagro!
Efectos secundarios molestos
Pero entonces se produce una crisis
de artrosis más violenta y duradera de lo habitual. Confiado, suministra sus
pastillas durante una semana, diez días, quince días... y se da cuenta de que
no sólo el efecto ya no es tan eficaz, sino que el aparato digestivo de su
#perro empieza a resentirse. Diarrea, estreñimiento, dolor de estómago,
hemorragias digestivas de mayor o menor importancia. Usted se preocupa y
empieza a preguntarse si debe continuar con el medicamento.
Desgraciadamente, sus dudas tienen fundamento. La artrosis viene provocada por
la inflamación del cartílago, esas almohadillas que protegen los extremos de
los huesos, y que les permiten rozarse entre sí sin problemas. En caso de
artrosis, los agentes inflamatorios de las articulaciones destruyen el
cartílago, que se fisura, se agrieta y puede incluso llegar a desaparecer por
completo, dejando el hueso desnudo. Al realizar cualquier movimiento, los
extremos de los huesos se frotan directamente unos contra otros, lo que provoca
dolor y aumenta la inflamación de sus articulaciones.
Los medicamentos sólo suprimen el dolor
Los medicamentos actuales, incluso
los más recientes, lo único que hacen es bloquear el dolor. No tienen ningún
efecto sobre el cartílago, que sigue deteriorándose.
Por ello son eficaces a corto plazo. A largo plazo su eficacia disminuye, hasta
ser inexistente cuando todo el cartílago ha desaparecido. Entonces sólo le
quedan los efectos secundarios, que pueden llegar a ser graves para tu perro.
Pero la buena noticia es que las investigaciones científicas recientes
demuestran que la medicina natural ofrece soluciones muy interesantes contra la
artrosis.
De hecho, la artrosis es quizás una de las patologías en cuya lucha existe
mayor esperanza. Muchos perros han conseguido librarse por completo de sus
dolores gracias a soluciones naturales.
Contra el dolor: el
harpagofito
El harpagofito es un “vale para
todo” de la medicina natural, que se puede encontrar en todas partes. De hecho,
el éxito es tal que el cultivo de harpagofito está provocando un desastre
ecológico en África.
Esta planta se recolecta en los desiertos arenosos de África del Sur y en
Namibia. Las raíces se utilizan para la elaboración de cápsulas que contienen
los principales ingredientes activos: harpagósida, harpágida y procumbida,
sustancias antiinflamatorias y analgésicas.
Para los perros que sufren artrosis, las curas con esta planta suponen por lo
general un alivio espectacular que puede ayudar a reducir las dosis de
fármacos.
Un estudio publicado el año 2003 muestra una reducción significativa del dolor
y los síntomas de artrosis en 75 pacientes tratados con harpagofito. El dolor
se redujo entre un 25% y un 45%, mientras que la movilidad aumentó en el mismo
porcentaje.
Si consideramos los resultados de todos los estudios realizados sobre este
tema, el harpagofito tendría el mismo nivel de eficacia que los medicamentos
convencionales para calmar la inflamación y el dolor provocado por la artrosis.
En Francia recientemente se llevó a cabo un estudio sobre 122 personas con
artrosis de cadera y rodilla. Durante 4 meses, una parte de los voluntarios
tomó 435 mg de harpagofito al día, mientras que al otro grupo se le administró
un medicamento antiinflamatorio llamado Diacereína. La disminución del dolor
fue la misma en ambos grupos. Al final del estudio, los pacientes del grupo
harpagofito utilizaban menos medicación contra el dolor. También sufrían menos
diarreas que los que siguieron el tratamiento químico antiinflamatorio (26%).
Otro estudio realizado en 2003 comparó en 44 personas la eficacia del
harpagofito respecto a la de un antiinflamatorio de última generación, el
Rofecoxib. Los pacientes podían continuar su tratamiento habitual en paralelo o
detenerlo si se sentían mejor. Seis semanas después del inicio del estudio, y
gracias al harpagofito, 10 pacientes pudieron suspender el tratamiento durante
más de cinco días. Entre los pacientes tratados con Rofecoxib sólo cinco
pudieron suspenderlo. En cuanto al resto, la reducción del dolor fue similar en
ambos grupos, pero el número de efectos secundarios fue dos veces mayor entre
los que tomaban Rofecoxib.
Y esto sólo en cuanto al dolor...
El jengibre, un antiinflamatorio poco conocido
Eliminar el dolor no basta. También
es necesario reducir la inflamación, que está provocada por unos agentes, las
interleukinas, que destruyen el cartílago.
La medicina ayurvédica describe el jengibre (Zingiber officinale) como la
planta de referencia para combatir todo tipo de inflamaciones. Investigaciones
recientes han confirmado la capacidad antiinflamatoria de los compuestos del
jengibre. De hecho, algunos investigadores creen que el jengibre podría
competir eficazmente con medicamentos de última generación.
Basándose en el uso ancestral del jengibre, en 1992 un grupo de investigadores
tuvo la idea de probar el polvo de jengibre contra la artrosis. Después de tres
meses de uso, las tres cuartas partes de los pacientes que lo utilizaron
notaron una clara mejoría en su estado. Algunos continuaron el tratamiento a
base de jengibre durante más de dos años y medio sin ningún tipo de efecto
secundario significativo.
Recientemente se ha publicado un interesante estudio clínico en la revista
médica de referencia Arthritis and Rheumatism (“Artritis y Reumatismo”).
Los científicos administraron durante seis semanas en unos casos jengibre y en
otros un placebo a personas que sufrían artrosis de rodilla durante 6 semanas.
Los participantes podían tomar un medicamento convencional si los dolores eran
demasiado fuertes. El estudio se llevó a cabo sin que ni los médicos que
realizaron el estudio ni ninguno de los pacientes supieran quién estaba tomando
el jengibre y quién tomaba la píldora sin efecto (es decir, el placebo). En
términos científicos, este tipo de estudio se denomina "controlado, doble
ciego" y sus resultados son los más fiables.
Los investigadores constataron al final del estudio que las personas que
tomaron el jengibre -y no los que tomaron el placebo- se desplazaban con mayor
facilidad, sus dolores se habían atenuado y tenían menos rigidez en las
articulaciones, lo que venía a indicar que su artrosis había mejorado en gran
medida gracias al jengibre.
Frene el avance de la enfermedad con ácidos grasos Omega-3
La tercera arma estratégica en su
lucha contra la artrosis es una sustancia que permite frenar la enfermedad: los
ácidos Omega-3.
Los Omega-3 son otro producto estrella de la medicina natural que vale para
casi todo, cuya eficacia es innegable y reconocida incluso por la medicina
convencional. Los Omega-3 son una familia de ácidos grasos que se encuentran en
vegetales de hoja verde, en determinados frutos secos (en especial las nueces),
pescados grasos (anchoa, arenque, caballa, sardina, salmón), en las semillas de
lino y en los aceites de colza, nuez y lino. Es mejor Omega-3 es el
aceite de pescado, de procedencia animal.
Una vez absorbidos, estos ácidos grasos generan sustancias que tienen potentes
propiedades antiinflamatorias.
Desde 1998, el Dr. Bruce Caterson, de la Universidad de Cardiff (Gales), y su
equipo trabajan apasionadamente estudiando los beneficios potenciales de los
suplementos de Omega-3 sobre la artrosis. Después de varios y prometedores
experimentos de laboratorio sobre tejidos de cartílago con artrosis, estos
investigadores han publicado los resultados de su primer estudio en el ser
humano, con aplicaciones a los perros y gatos. Y estos resultados han resultado
ser extraordinariamente prometedores.
En el estudio participaron 31 personas con artrosis y en espera de una
operación para la colocación de una prótesis total de rodilla. La mitad de los
participantes tomó 2 veces al día, entre 10 y 12 semanas antes de la operación,
2 cápsulas con 1 gramo de aceite de hígado de bacalao enriquecido con ácidos
grasos Omega-3. La otra mitad tomó un placebo. Todos los pacientes se
sometieron a su operación y, después de ésta, se analizaron los cartílagos.
¿El resultado? En el 86% de los casos del grupo de pacientes que había tomado
Omega-3 no había rastro (o muy poco) de las enzimas que destruyen el cartílago,
frente al 26% de los casos del grupo que tomó placebo. Según el profesor Bruce
Caterson, "esto significa que un suplemento de ácidos grasos Omega-3 puede
reducir o incluso detener el deterioro del cartílago y reducir la inflamación y
el dolor que acompañan a la artrosis”.
Para reparar el cartílago: glucosamina y condroitina
Por último -he guardado lo mejor
para el final- , dos sustancias naturales que podrían incluso ayudar a revertir
el proceso de la artrosis, es decir, a reparar el cartílago y rejuvenecer
varios años las articulaciones de
nuestros perros.
En el cartílago, el #perro tiene
"moléculas esponja" que atraen y retienen el agua, lo que garantiza
la flexibilidad y la elasticidad de los tejidos de las articulaciones. Estas
moléculas se denominan proteoglicanos. Sin ellas, el cartílago sería incapaz de
absorber los golpes, se agrietaría, se rompería y se desgastaría por completo.
Para que las células de las articulaciones puedan producir proteoglicanos,
necesitan dos sustancias: la glucosamina y la condroitina. Normalmente, los
condrocitos las sintetizan a partir de la glucosa de los alimentos mediante
varias reacciones bioquímicas. Sin embargo, en la artrosis, los condrocitos,
aunque estén bien alimentados con glucosa, no consiguen desempeñar su tarea
correctamente.
Los investigadores han descubierto que se obtienen resultados mucho mejores al
proporcionar directamente a los condrocitos la glucosamina y la condroitina en
forma de suplementos que se toman por vía oral. Estas sustancias pueden en
algunos casos estimular la producción de proteoglicanos y normalizar el
metabolismo del cartílago. De esta forma, éste último no sólo deja de
degenerarse, sino que puede reconstruir nuevo cartílago.
Desde hace más de 20 años, la mayoría de estudios concluyen demostrando la
eficacia de los suplementos de glucosamina para aliviar el dolor en caso de
artrosis leve o moderada. Esta mejoría aparece en un plazo de 2 a 8 semanas y
persiste durante varias semanas más después de interrumpir el tratamiento. Esto
se debe al efecto antiinflamatorio de la glucosamina.
Por otra parte, y aquí radica su interés en relación con los tratamientos
antiinflamatorios, la glucosamina podría estabilizar en algunos casos el
proceso de destrucción del cartílago. Dos estudios realizados en personas con
artrosis en las rodillas pusieron de manifiesto que tomar diariamente 1.500 mg
de sulfato de glucosamina durante 3 años permite detener la progresión de la
enfermedad.
Además, no se observaron efectos secundarios significativos. Para ello se
necesita que queden en la articulación células que fabriquen el cartílago, es
decir que éste no haya sido totalmente destruido. De ahí la importancia de
ocuparse de la prevención desde muy temprano, por ejemplo, después de un
traumatismo en la rodilla, o codo del perro porque este tipo de traumatismo provoca un
proceso inflamatorio que acaba destruyendo el cartílago. Pasa lo mismo en la
patología Displasia de Cadera
¿Y la condroitina? Aun cuando los informes científicos sobre la condroitina no
están tan avanzados como los de la glucosamina, los estudios clínicos de los que
disponemos sugieren que puede aliviar el dolor. También puede contribuir a
detener o ralentizar la progresión de la enfermedad.
En un estudio controlado doble ciego, los investigadores analizaron a 120
personas con artrosis de la rodilla. El tratamiento analizado frente al placebo
consistió en tomar 800 mg de sulfato de condroitina al día durante 3 meses,
tratamiento que se repitió otra vez en el mismo año.
Al cabo de un año, los individuos que fueron tratados con condroitina sufrían
menos dolores y las radiografías indicaban que las lesiones del cartílago
habían detenido su progresión. Como en el caso de la glucosamina, el efecto
positivo de la condroitina se prolongaba después de terminar el tratamiento.
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