Según Daniel Sánchez Masian,
perteneciente a Neurology/Neurosurgery Unit Animal Health Trust, las crisis
caninas y felinas de convulsiones, ictus, ataques, se definen como la
manifestación clínica de una descarga neuronal excesiva y/o hipersincrónica
excesiva; se pueden manifestar como una alteración o pérdida de la consciencia
episódica; fenómenos motores anormales; alteraciones psíquicas o sensoriales o
signos del sistema nervioso autónomo, como salivación, vómitos, micción y
defecación. Por lo tanto, un ataque epiléptico representa la manifestación clínica de
una alteración paroxística de la función cerebral
(prosencéfalo, corteza cerebral).
Los ácidos grasos
omega-3 encontrados en el aceite de pescado se trasladan de la
circulación sanguínea hasta las células del corazón donde están encargadas
de neutralizar el ritmo cardiaco y prevenir contra patologías cardiacas. Esto es decisivo para los perros con epilepsia,
ya que tienen un riesgo significativamente mayor de sufrir un fallo.
Los científicos señalan que los ácidos grasos omega 3 también pueden invadir el sistema nervioso central, minimizando la actividad no controlada de las células del cerebro que producen las convulsiones.
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Los científicos señalan que los ácidos grasos omega 3 también pueden invadir el sistema nervioso central, minimizando la actividad no controlada de las células del cerebro que producen las convulsiones.
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