jueves, 12 de mayo de 2016

¿QUÉ SABES SOBRE LOS MICROBIOS DE LOS PERROS?

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Leemos y escribimos sobre las bacterias dándole su importancia. Es por ello que #biodog quiere dedicar un espacio a estos amigos.


En cada célula que hay en cuerpo de un #perro podemos encontrar al menos 100 microbios de distintas clases y tipos que proliferan en la boca, los oídos, la piel, los órganos genitales y, sobre todo, en los intestinos. En un perro adulto, la cantidad de microbios se aproxima a los 75 billones.

Aunque pueda sonar raro, en realidad la mayor parte de estos microbios son inofensivos y aparentemente pasivos, esto es que no inducen en patologías. Algunos resultan útiles y solamente una minoría son peligrosos y dañinos: los microbios patógenos, es decir, los que causan enfermedades.

Los microbios buenos, con su presencia constituye un escudo defensivo que resulta imprescindible en la vida de nuestros perros. Alguna gente suele limpiar a los perros como si fueran la alfombra de su salón y lejos de obtener una “limpieza total”, lo que conseguiríamos sería favorecer la aparición de nuevos invasores sin tener la certeza de que vengan con buenas intenciones. Así es como se producen las infecciones.

Aunque no las veamos, aunque no las conozcamos, la mayoría de estas bacterias son amigas de nuestros perros. Y tener billones de amigos no es poca cosa.

Entre estos microbios, los más numerosos e importantes para la salud son las bacterias y levaduras que viven en el intestino en relación simbiótica (es decir, estableciendo entre ellos una relación de ayuda mutua) y que constituyen la “microflora intestinal”, o “microbiota”.

Los intestinos son un tubo largo recubierto de una mucosa denominada epitelio intestinal que, a su vez, se compone de una fina capa de células, los enterocitos. Su estructura en forma de ribete en cepillo (una especie de terciopelo en el que cada pelo recibe el nombre de vellosidad intestinal) aumenta considerablemente la superficie de intercambio. Efectivamente, el epitelio intestinal es el que permite los intercambios entre el exterior y el interior de nuestro cuerpo.

Hasta que los nutrientes no atraviesan la pared intestinal para llegar a la sangre, éstos permanecen en el exterior del cuerpo; al igual que el aire que entra en los pulmones se queda en el exterior hasta que penetra en la sangre. La diferencia entre los intestinos y los pulmones es que, en el caso de estos últimos, lo que no se absorbe vuelve a salir por el mismo conducto (la boca).

Si se desplegase la superficie extendida de las vellosidades del epitelio intestinal, podría cubrirse la superficie de una pista de tenis. Además, aunque esta mucosa es muy fina, es muy resistente, y prueba de ello es que a lo largo de una vida se estima que pasarán a través de ella al menos 20 toneladas de alimentos y hablamos de alimentos naturales y nunca de pienso. Además, apenas tiene irrigación de vasos sanguíneos.

El secreto de la resistencia e integridad del epitelio intestinal reside en que está recubierto de microbios que lo protegen y alimentan. Son centenares de especies de bacterias y levaduras las que constituyen la microbiota.

La microbiota se nutre, entre otras cosas, de fibras, que son elementos que se encuentran en la alimentación de nuestro perro, pero que no pueden ni digerir ni absorber.

Las fibras se encuentran de forma abundante en todas las frutas y hortalizas. Resultan indispensables, por una parte, porque regulan el tránsito intestinal y, por otra, porque son necesarias para el mantenimiento del epitelio intestinal. A las bacterias y levaduras que recubren la mucosa intestinal les encantan las fibras. Realmente, las bacterias y levaduras fermentan las fibras para degradarlas y absorberlas. Este proceso acarrea la producción de ácidos grasos de cadena corta que, aunque parezca un milagro, son precisamente el alimento del que se nutren las células del epitelio. Así pues, favorecen su mantenimiento y, cuando se deteriora, permiten su reparación.

Todos salen ganando con la operación: tanto las bacterias y levaduras como las células de los intestinos. Se habla por tanto de microbios de simbiosis, a diferencia de los microbios parásitos, los cuales simplemente se benefician sin dar nada a cambio.


CUIDA A TU PERRO, ALIMENTALO BIEN 
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